Din don dan din don dan!

Los asiduos de este espacio saben o al menos intuyen, que la navidad me rompe soberanamente las bolas. También lo conocen mi familia y mis amigos, quienes muchas veces me acusan de renegado o en el peor de los casos de amargo, y quizás tengan razón, pero mi naturaleza humana no evita que, año tras año, sienta esta desidia hacia las fiestas en general y al 24 en particular.
La tortura empieza el 8 de diciembre y se extiende hasta que junto la caca del camello el 6 de enero por la mañana. En este periodo la gente se enloquece, la fiebre consumista se multiplica y se utilizan palabras raras (borla, lameta) que no se escuchan el resto del año, la gente decora sus casa con pinos de plástico, miles de papas noeles salen a la calle y al Toledo, a regalar caramelos y tita’s mientras se hacinan dentro de su polar atuendo gentileza de la cocacola.
Otro tema navideño que me tiene a maltraer son las dichosas lucecitas, que un día entre los días abandonaron los árboles, para instalarse definitivamente en nuestras fachadas, en nuestros balcones y hasta en nuestros resilines. Ese parpadeo eterno, ese villancico agudo que se clava en la oreja, perfora el oído, taladra el cerebro y antes de perderse en la infinidad de la noche te revuelve las tripas. No quiero olvidarme de la amabilidad de las autoridades ciudadanas que, este año han decidido una vez más colgar las decoraciones lumínicas callejeras del balcón de mi casa, para que no pueda estar con las patas apoyadas en la mesita ratona tomando mate en tranquila oscuridad mientras escucho los grandes exitos de Gaby, Fofó y Miliki.
De todas maneras no piense usted, amigo lector, que soy un desalmado. Que incumplo mis compromisos familiares encerrado en una cueva hasta que pase todo. No. Ceno con mis allegados (sin necesidad de aguantar a ningún cuñado indeseable), compro regalos para las personas que sé que cada nochebuena tienen envuelto un calzoncillo con mi nombre bajo su árbol y hasta alguna vez me habrán visto – cuatro Ananá Fizz después- haciendo trencito al grito de “Camelia, Camelia, Camelia…Camelia de mi corazón…”. “Al final tanto quejarse para terminar como todo el mundo” dirá usted no sin razón, pero el placer de pasarme todo diciembre quejandome de las fiestas y todo el 24 criticando despiadadmente al cuñado indeseable que no hay que soportar, ¿quién me lo quita?.

Día del Arquero

El 21 de octubre se celebra en España el “Día de las vírgenes” (especie en extinción, por cierto), aunque en Mallorca es de los pocos sitios de este país dónde se le da cierta importancia. Los chicos cantan serenatas, regalan claveles a cambio de los tan preciados buñuelos, según marca la tradición. Con el paso del tiempo y la ya sabida escasez de vírgenes, las panaderías instalan en sus puertas grandes sartenes dónde regalan dichos pasteles a cambio de 5 euros el kilo.

El 23 de abril (según la UNESCO) es el día mundial del libro y también la diada de San Jordi en Cataluña y Baleares. En esta ocasión los caballeros regalan rosas y las damas los corresponden con algún librito. Para tal acontecimiento las librerías instalan grandes stands en sus veredas, les dan flores a los hombres para que las intercambien por los textos que estas mismas les venden a sus mujeres.

El hombre es un animal de costumbres y los comerciantes lo saben, por eso las casas de disfraces duplican sus ventas en carnaval y en halloween, las florerías venden mucho el día de los muertos y en San Valentín, fecha que también aprovechan los vendedores de lencería, los sex shop y los restaurantes afrodisíacos y, el día del niño los jugueteros son más felices que los propios homenajeados. El día del padre y el de la madre, son diversos los rubros beneficiados, lo mismo que en navidad y en reyes, sin olvidar que en mi cumpleaños las mercerías de mi barrio agotan las existencias de calzoncillos y medias, y las perfumerías las de “Pino Colbert” (siempre hay una tía que no tiene en cuenta que los chicos crecen).

Algunas costumbres me atrapan (será por mi humana condición) casi contra mi voluntad: cumplo mi obligación de hijo el día de la madre y el del padre, con la de marido en los aniversarios, compro bombachas rosas en nochebuena y rojas en fin de año, le pongo pasto, agua y un cacho de pan dulce a Baltasar –mi rey mago favorito- y su camello, y el día del niño me siento en el cordón de la vereda a esperar en vano con mi complejo de Peter Pan a cuestas.

Por todo lo dicho anteriormente, no sería de extrañar que en un futuro no muy lejano, un domingo nublado de otoño o un sábado radiante de verano y con el beneplácito de los vendeores de guantes y los fabricantes de flechas,los cobradores de deudas instauren, sin ponerse colorados,el día del arquero.

Ventajas de otoño

El día de la primavera en Argentina siempre suele estar feo y esto tiene una explicación científica: realmente el 21 de septiembre todavía es invierno en el hemisferio sur ya que el equinoccio de primavera austral no es sino hasta el 23 o 24 se ese mes, pero claro como la comodidad es la comodidad sigamos mandando estudiantes a pelarse de frío con sus sanguchitos de milanesa bajo el brazo.
En Europa, que suelen aprovechar cualquier ocasión para convertir cualquier día en comercial en este caso actúan diferente y notifican del comienzo de las estaciones en el momento justo. Es un placer leer en algún diario que a tal hora empieza el otoño, es decir comienza a disminuir el calor, los árboles se visten con hojas amarillas, las camperas regresan de su exilio en el ropero y las mujeres esconden sus formas con diversos abrigos (cosa que aumenta nuestra imaginación y disminuye los accidentes de tráfico).
Por otra parte, los poetas, novelistas, pintores, compositores de tango recuperan la triste inspiración que termina con las más tristemente hermosas obras de arte. Versos como “que ganas de llorar en esta tarde gris” o “la lluvia castigando mi angustia en el cristal” compiten en desventaja frente a “la primavera, la sangre altera” o “las olas y el viento zucundun, zucundun”. Los mates calentitos de la mañana, en pijama y pantuflas, son más ricos y es mucho más romántico meter los pies en una mesa camilla que en una palangana con agua fresca.
Mientras en América del Sur empiezan a pasear con sus camisas hawaianas, en Europa rescatan a los gamulanes del olvido. Mientras en un lado comienzan los falsos amores de primavera, en el otro comienzan calurosas historias de amor. Cuando unos empiezan a despertarse pegados a las sabanas los otros disfrutan durmiendo en cucharita. Mientras unos rezan para que vuelva el frío los otros comienzan a añorar el calor. Muchos prefieren las estaciones más calurosas, algunos las más frescas, por su parte Sandro disfruta de las tardes lluviosas y de las ventajas del otoño.

LRPMQLRP

Cuando era chico (y de eso no hace tanto che!) las siglas eran más bien pocas. SA determinaba que una empresa era una sociedad anónima y también le daba nombre a un hotel alojamiento (aunque ya más grande me di cuenta que la gente no va a este sitio precisamente a alojarse), MOLM eran los colectivos que me llevaban a mi casa, EEUU los gringos del norte y RRPP mis superiores cuando era tarjetero de Archie.
Pero en algún momento de estos, nuestros días algo cambió. Caiga quién caiga empezó a ser CQC y Perdona nuestros pecados PNP, AC dejó de significar sólo antes de Cristo para convertirse en Andrés Calamaro y hasta este espacio alguna vez fue UMYUG (LFDLF). Antes las siglas eran de uso casi exclusivo de sindicatos y afines, y ahora sirven para nombrar programas de televisión, grupos de música y hasta farmacias de turno: La vela puerca es ahora LVP, No te va gustar es NTVG, Héroes del Silencio es HdS y JAF es un boludo (igual que Bunbury). En este matete (creo que ante el continuo atentado lingüístico se me permite esta licencia) idiomático tranquilamente se puede confundir a Soda Stereo con la policía nazi, a la Asociación Argentina de Actores –y de árbitros- con una parte negra de la historia reciente, y hasta yo mismo podría Rolling Stone y Ringo Starr al mismo tiempo.
Las siglas nos invaden, pueblan nuestras revistas, ocupan las primeras planas de nuestros diarios, abundan en las parrillas televisivas y si esto sigue así diremos MDUKDChPF para pedir un kilo de chorizos. La siglas, junto con los mensajes escritos con k, se empeñan en resumirlo todo y esto quizás es el signo d elos apurados tiempos que corren. Las siglas me tienen podrido y por mi se pueden ir a LRPMQLRP.

Dos para una mentira

El Colorado Julio no era demasiado afín con las nuevas tecnologías, descreía de los chat, pataleba en contra de internet y afirmaba que los reproductores de mp3 suenan como el culo. La rápida evolución de la red y sobre todo la instalación de un cyber café en su barrio, lo hizo amigarse un poco (aunque no mucho) con la computación. Mandaba mails, jugaba al truco online con un amigo que la crisis de 2001 había empujado a Berlín y de vez en cuando chateaba con mujeres de otros pagos, aunque sin llegar a trabar amistad alguna con ninguna porque había algo que lo atormentaba: la mentira.
Julio no es de esas personas que consideran la mentira un pecado capital, pero la facilidad que ofrece la red para ocultar (o al menos disfrazar) la verdad le parece espantosa porque detrás del aparentemente inocente nick de Sandra, puede esconderse un asesino serial, la abuela de tu mejor amigo o el travesti de la esquina (que casualmente se llama Sandra). Feos que se mienten lindos, vagos que dicen ser trabajadores, adolescentes que afirman ser adultos, viejos que escriben todo con k, tipos que firman con nombres famosos, mentiras todas que distan mucho de aquellas que en sus años mozos el colorado había convertido en un verdadero arte.
Por ese entonces Julio se llamó Bryan, Byron, Ezequiel, Ismael, Gonzalo y Mauro. Fue restaurador de cuadros, químico en una fábrica de alfajores, dueño de un telo, hincha de Vélez, plomo de Charly García, fiscal peronista, amigo de Alejandro Lerner, extranjero, perito mercantil, porteño, futbolista profesional, surfer y camarógrafo de un canal de cable. Además visitó lugares tan exóticos como las Galápagos, Madagascar, Alaska y Necochea. Aquellas mentiras eran verdaderas joyitas que construía sin necesidad de esconderse detrás de una computadora, que surgían casi espontaneas cuando alguna oreja femenina se disponía a escucharlas, predispuesta a creer verdad cualquier fantástica historia que olvidaría ni bien cruzara la puerta, cómplice y a la vez compañera de juego que podría ser (según la ocasión) bailarina del Colón, secretaria del Intendente, jugadora de Hockey y dueña de un supermercado.
Esas mentiras de ayer no buscaban el engaño en si, no perseguían la estafa, no pretendían sacar ventaja, sino que eran quizás el reflejo de lo que cada uno hubiera querido ser, como una aceptación de las frustraciones. Por eso y también porque es un melancólico empedernido, el Colorado Julio está cada vez más convencido de que mentiras eran las de antes

Como Jesús de Nazaret pero en primavera

Me crié mirando cada pascua "Jesús de Nazaret" por canal 8 (hasta que me di cuenta de que los mejores asados se morfan en viernes santo) y así otras películas o series o documentales que se repiten en fechas puntuales. Ahora mientras miro la conferencia de prensa de Soda Stereo, pienso, si todo vuelve, porque no un post y aprovechando que algunos de los lectores de este, mi humilde espacio, no estaban el año pasado cuando se publicó esta ficticia historia (que bien podría ser cierta) decidí unilateralmente refritarla, dejando entreabierta la posibilidad de hacerlo todos los años por estas fechas. De esta manera preparo mi regreso después de un breve paréntesis imaginativo, con ustedes los interpretes de este post intitulado:

Picnic, diez años después

Los cuatro amigos se reunieron como cada martes pera jugar al truco, comer pizza, tomar cervezas y recordar los viejos (buenos) tiempos. Pasó mucho tiempo y el asado del 1º de mayo reemplazó al picnic del día del estudiante hace varios años ya, alguno peina algunas canas, otro ya ni utiliza peine y las barrigas cerveceras se dejan notar. En plena alegoría melancólica decidieron que ese año volverían a celebrar el 21 de septiembre dejando de lado ciertos prejuicios y restandole importancia al nunca bien ponderado "que dirán".
La nublada mañana del veintiuno se encontraron en una de las casas, cargaron el citröen 3cv y tomaron dirección parque Camet. El equipo estaba listo: heladera playera con hielo, sanguchitos de milanesas, un vinito con jugo (para un abstemio disimulo), grabador (con pilas obvio), un cassette de Sui Generis y el Sol&Rock Nacional año ’85. La vestimenta era idónea para tal ocasión: pantalón de buzo, zapatillas, camperita adidas, y unos cortos debajo (por si salía el sol), sin olvidar los clásicos zoquetes. Ya en el parque, se mezclaron con la juventud, hablaron con alguna que otra señorita –casi siempre con escaso éxito- e hicieron de relleno en los picados ajenos. Se convirtieron en aguerridos laterales izquierdos, duros zagueros centrales, ágiles arqueros y soportaron estoicamente los “paselá señor”.
Sobre las seis de la tarde, cansados, decidieron regresar. Se subieron al citröen y al ritmo descontrolado de “hubo un tiempo que fui hermoosooo…” pegaron la vuelta. Los cuatro, sucios, alegres, cantando a grito pelado, sonrisas que de a ratos se en convertían carcajadas. Esta tarde habían regresado un poco en el tiempo, se sintieron por un rato como en aquellas épocas de estudiantes y porque no, como en esos primeros años postsecundario cuando se seguían colando en los primaverales picnics con la única intención de cosechar amistades femeninas.

Auto sin stereo o el último cassette*

La semana pasada me robaron el stereo, “¿y a mi que me importa?” dirá usted, inquieto lector, “y no sea tan ansioso” diré yo, ignoto firmante. Retomo. Dicho suceso provocó que me quedara sin música en el auto, entonces decidí rescatar del baúl (el del coche, no el de los recuerdos) una vieja radio de cassette que derivó en estas líneas.
Primero procedí a rescatar algunas cintas que circulan por casa: Dios los cría en tamarindo, Doors, Stones, Beatles, Corderos, Charly, Radiohead, Santana, Redondos, Soda, Goyeneche, algún que otro recopilatorio y otros que directamente descarte como las clases de alemán y uno de Raphael que seguramente es de la vieja. Enseguida me acordé de la colección de cassette que, con caja de zapatillas incluidas (si no existieran los cassetes las zapatillas vendrían en una bolsa leí una vez en Fideos con Manteca), le regalé a mi sobrino como herencia roquera: más Stones, Ratones, Cadillacs, Abuelos, Calamaro, alguno original de la cbs cuando aún no era Sony Music, otros de Sony cuando todavía no era Bmg y el Puma Rodríguez -otra vez de mamá-.
Después seguí recordandome a mi mismo con el “Sol & rock Nacional ‘85” en el bolsillo parado-emocionado en la esquina de LuroIndependencia (Ojo! No Luro e Independencia, ni Independencia y Luro) y de esos crueles y desprolijos compilados con enganches imposibles: de Gun’s a Jackson, de Elvis a Poison pasando por Los Visitantes, sin escalas y adornado con la voz del locutor de turno susurrando “fm stereo rey”. Lengüetas de seguridad tapadas con cinta scotch, para grabar y regrabar por la eternidad, repuestos y herramientas para reparar las traicioneras enrolladas de la cinta, algodón y alcohol para limpiar el cabezal, y otros utencillos que formaban el ritual.
El cassette perdió vigencia poco a poco, primero el CD, después el mp3 y el romántico regreso del vinilo y mañana será otra cosa. Suenan mal, el arte de tapa luce poco, se arruina con el desuso, pero me traen tantos recuerdos de mis primeros coqueteos con la música: si, me trae recuerdos ese formato casi extinto. Asi que ya sabe, astuto lector, tenga cuidado que ese cassette que esta escondido en su repisa, ese otro que descansa en su guantera, ese que ahora está rebobinando con una lapicera para no gastarle las pilas al walkman, ese mismo, quizás sea el último cassette.

*si me copé con los títulos ambigüos, onda Sui Generis ¿y qué?

Entre un post de Neosatán y el programa de radio en el recuerdo que escuchamos en el trabajo me hicieron poner la melancolía a flor de piel, cosa poco difícil, reconozco. Todo empezó cuando en dicha emisión pasaronel tema ese de Bon Jovi que empieza haciendo “tarantaran taran taran” (eso es una guitarra pedorra) y mi compañero me dice ¿te acordas?.
Ustedes lectores que han pasado los treinta o andan cerca, no me dejarán mentir cuando diga que en los boliches bailables (también en los asaltos) pasaban lentos. Si, si y más de alguno de ustedes, picarones, habrán chapado de lo lindo al ritmo de Carry. La cosa era sencilla la sesión duraba una media hora y comenzaba unos sesenta minutos antes del cierre o sea que levantabas algo en esa media horita o te ibas a tu casa a rendirle culto a onán. El terreno era conveniente preparalo un rato antes, elegir la mujer e intentar una pequeña charla para que en el momento que empiece la música tranqui poder intimar y definir la jugada, caso contrario tenías que arriesgarte a pegarla ya con los lentos sonando. En este punto es cuando se sucedían los nunca bien ponderados bailás, dale un tema, dale un ratito, dale aunque sea una estrofa. Ya enzarzados en el baile, la técnica era simple: primero y primordial arrastar los pies para no pisar a la chica, después suaves palabra al oído, un besito en el cuello* como sin querer, una respiración entrecortada y ahí zas! el zarpazo definitivo que terminaba idefectiblemente en un beso apasionado o en un bife de campeonato.
Ya saben, los tiempos cambian, se aceleran. Los asaltos ya son historia a los lentos poco a poco los fueron erradicando, los remplazaron por los ritmos latinos primero y poco después por la cumbia, las rubias ahora son morochas, las morochas rubias y las pelirrojas, pelirrojas. Las técnicas de levante han cambiado y el hombre se adaptado a los tiempos, aunque a más de uno (como a mi) se le piante un lagrimón cuando en alguna radio suena Axl susurrando Don’t cry.


*estaba a punto de poner cogote pero me arrepentí

En cierta época de mi vida era habitual concurrir fin de semana por medio a Estadio Mundialista a ver el fobal o al polideportivo a disfrutar (o a sufrir casi siempre) del básquet. Cualquier persona que se precie habitué de estos aconteciminetos deportivos sabe que ir a la cancha y no comerse un chori es como no haber ido, es como comerte un plato de mostacholes con tuco sin queso, es como estar enamorado y no besar, es como ir a un recital de Jaf y no intentar cagarlo a trompadas, es como ver una película de la Coca Sarli y no t... bueno en fin.
Con el paso del tiempo este costumbre se fue trasladando a otros ámbitos de la vida, así los choripaneros instalaban sus parrillas, en cualquier amuchamiento de gente. Recitales, salidas de boliches bailables, velorios, maratones, partidos de tejo, playa del puerto y otras aglomeraciones. Cuando uno frecuenta algunos de los sitios arriba citados, ya empieza a conocer a estos expendedores y como uno va teniendo sus preferencias. A mi particularmente, me gustaban los inigualables choris del "Gordo" uno de los casi infaltables.
Muchas leyendas se tejieron alredeor de estos personajes y especialmente del citado choripanero obeso (pero usted lector sabe que a los exitosos en Argentina siempre se los critica). Que "deben tener autoización", que "vaya una a saber de que estan hechos" y todos esos comentarios que hacen las vecinas envidiosas cuando salen a barrer la vereda. Algunos se atrevieron a decir que los sanguches estaban embrujados otros fueron más lejos aún y afirmaron sin dudarlo que el "Gordo" en realidad era el mismisimo diablo..... y les creo , mire, sino como se explica que un tipo con las manos tan mugrientas haga unos choripanes tan ricos.

Teleocho informa (dedicado al Cholo Ciano)

A pesar de que no es habitual estos juegos en este humilde espacio, haré una exepción, ya que he sido seleccionado, que yo sepa por tres personas para el post lúdico de esta temporada otoño-invierno. Rodrigo, Palito, Blindest Woman, Chancho Piluqui....muchas gracias. Según las reglas hay que contar ocho cosas sin que estas sean de vida o muerte, por eso obviaré estado civil y otros datos que me perjudiquen en relación a mi amplio club de admiradoras.

1. Cada jugador cuenta con 8 cosas de sí mismo

2. Además de las 8 cosas tiene que escribir en su blog las reglas.
3. Por último tiene que seleccionar a otras 8 personas y escribir sus nombres/blog.
4. Por supuesto, no hay que olvidar dejarles un comentario - que han sido seleccionadas para este juego.

1. Mi verdadero nombre no es Roberto Sánchez, ergo no soy el verdadero Sandro (perdón muchachas), aunque debo reconocer que me gusta que me digan así en el círculo bloggeril.
2. soy de Mar del Plata pero hace 8 (oh! que casualidad) años que vivo lejos de Argentina, eso hace que, entre otras cosas, se me haga muy dificil comentar en algunos post, políticos, televisivos y /o de ciertas modas. A veces se complica comentar del verano cuando estoy cagado de frio y visceversa.
3. Pasé los 30 hace muy poco
4. Me rompe soberanamente las bolas que un pendejo/a me diga señor...
5. Tengo un gran mal humor por las mañanas, necesito entre 15 y 20 minutos de silencio para recuperar mi alegría y dicharacherismo.
6. Me gusta la música (rock,blues, tango, algo de jazz y algunas fusiones), el cine y la literatura (mi favorito es Benedetti)
7. Hablo con muchas malas palabras, algunas muy personales como : empomar, engrampar y embambinar y otras más clásicas. Cuando manejo este modo de hablar se multiplica por mil. Insulto de la semana: Que me tocas bocina* la concha de tu hermana!!!
8. Soy periodista aunque ejerza poco y trabaje de cocinero.


Esto es algo de mi. Les comento que no fue tan feo che y que al final algo quedó afuera. Seguramente lo publicaré en stereo. Y ahora lo más bravo, pasar la posta. No sin antes pedir perdón selecciono a: Gustavo, Alejandra, Gonchi, Penélope, S
r M, Lechu Nicanor, Drácula con tacones y Pésame.

Salud y buenos alimentos

*Esto es reemplazado por: anda más rapido vieja y... o Dos horas para estacionar viejo y...

Brindo contigo

Pasaron ya 365 días desde que se publicó este humilde post inaugural. Una foto y un par de palabras iniciaron el camino que hoy cumple su primer año de vida. Si señoras y señores, si lectores, si amigos: Una muchacha y una guitarra (la fórmula de la felicidad) cumple su primer aniversario y mientras esperamos la llegada del cliente un millón con una canasta de mercadería y 100 pesos en luncheon check, procederemos demostrar nuestra gratitud.

Muchas gracias a todos los que han comentado alguna vez en este humilde espacio, a los que les ha gustado más, a los que les ha gustado menos, a los que les ha gustado más o menos y a los que no les ha gustado. Gracias también a los amigos que post a post están ahí y a los amigos que no pasan nunca ni siquiera a tocar timbre para luego darse a la fuga. Gracias también por creer verdad las muchas fantasías que acá se publicaron y por creer mentira las no pocas historias verídicas que tantas veces ilustraron este blog.

Al usuario anónimo que saluda a su vieja (al que se lo banca a muerte) y a todos los amigos que conocí por este medio (no nombro a nadie para no quedar mal –típico lugar común-) infinitas gracias. Seguramente no hubiera sido nada sin ustedes y sin alguna gente que nos acompañó desde el principio, algunos siguen hasta hoy; gracias…totales.*

Sandro y los de fuego

*esto nos suena de algún lado pero no estamos muy seguros de dónde

Todo es relativo (o el tiempo es dinero)

En este mes y medio alejado del cyberespacio tuve tiempo de sobra para pensar y llegue a la conclusión de que todo es relativo. Imaginen, lectores, mi desilusión mayúscula cuando me entere de que a Einstein se le había ocurrido primero que a mí y sin necesidad de romper la computadora.

Un mes y medio, amigos puede parecer poco o mucho, todo depende de cómo se lo mire. Puede parecer mucho, como para pagar Internet sin usarla o poco por no pagar ninguna boleta de luz, 45 días parecen muchos aunque 6 semanas parecen pocas. De lo que no hay duda es que en este mes y medio (y no creo que sea por mi ausencia) el mundo ha cambiado y mucho o al menos pasaron cosas muy relevantes.

Murió Boris Yestin, casi lo sigue Maradona, falleció Victor Sueiro y volvió a revivir, Messi calcó el gol de Diego a los ingleses, y descubrieron que Floyd Landis se inyectó testosterona sintética ( se endrogó, vamos!!) para pedalear más rápido que todos en el tour de Francia. Se jugó un Boca-River, cambié de trabajo, y estuve a punto de darle una paliza a un técnico informático. Todo eso en el escaso mes y medio que duró mi exilio cyberiano.

Así que ya lo saben astutos lectores, según desde el punto de vista con que se lo mire, todo (y sobre todo el tiempo) es relativo… Y no me vayan a andar haciendo bombas atómicas con mis ideas eh!!

Ultimo momento!!!

Debido a la gran cantidad de muestras de apoyo recibidas me veo en la obligación de aclarar que si no pasa nada extraño y si los dioses informáticos así lo disponen, está semana volverá este humilde espacio a realizar su programación habitual y con ello regresará también el consiguiente tour por blogues vecinos y/o amigos. Gracias...totales

¿Qué?¿No sabe, usted lector, de que hablo? Eso le pasa por no ver Crónica tv*




*Leer esto al ritmo de Turf

Carnaval toda la vida


Una calurosa y húmeda tarde de febrero, el Colorado Julio, tomaba unos mates debajo de la planta que tiene en el patio de su casa mientras escuchaba un cassette (tdk negro) de Llos Fabulosos Cadillacs que había encontrado en una desvencijada caja de Converse convertida en archivo musical de su juventud. Mientras pasaba la cinta los recuerdos inevitablemente le pasaban como flashes, pero por la fecha y por los ritmos hubo uno que resalto sobre el resto: el carnaval.
Empezó recordando aquellos primeros disfraces de indio o de payaso, esas interminables guerras de bombuchas de varones contra mujeres del barrio, en la que perseguían (junto a los demás sabandijas) a Patricia -más desarrollada que el resto- ya que los bombazos de agua despertaban sus tímidos pezones. Pasó por su mente cuando con el enano Palacios apuntaban con la nieve la cabeza de un pelado en el humilde corso del barrio sur o aquella vez que iban al desfile principal de la calle 9 de Julio y encontraron una calle vacía de murgas y comparsas, (aunque llena de papel picado y latas vacías) porque el carnaval había terminado mientras ellos se entonaban con vino en caja rebajado con jugo Tang en la casa del gordo Papagni.
Su cabeza repasó también ese Cura perverso que encarnó el día del cumpleaños de la futura ex de su amigo disfrazada premonitoriamente de bruja, pero esa es otra historia. Hoy son otros tiempos. Lla gente, apurada, ya no se disfraza y del corso del sur no queda ni siquiera las latas vacías. Julio, apura el penúltimo mate de una chupada larga y justo cuando hace ruidito del final suena el teléfono (y va como un loco a su encuentro): “Hola (…) ¿qué hacés Gordo?, justo me estaba acordando de vos (…) ¡en serio me decís! (...) buenísimo, me cambio y voy para allá”

Cartas al director


En estas fechas señaladas por el calendario gringo mucho se publicara en blogs, diarios y, porque no, revistas. Algunos a favor, otros en contra pero todos mencionando dicho suceso que de un tiempo a esta parte invade todo lo conocido, desde carteles de florerías pintados con tiza hasta placas rojas. Entonces en UMYUG (LFDLF) –faaa!- hemos decidido unilateralmente publicar nuestra primera carta de los lectores.

“Señor Director: me dirijo a este medio porque me encuentro realmente indignado. Y esta sensación me invade la primera quincena de febrero de cada año de estos últimos tiempos y no es que yo tome mis vacaciones en esa fecha, ni que me moleste el clima de este mes, no. Es que literalmente, y perdone la expresión, me r… las pelotas (o era rompe las p…) San Valentín.
No sé porque por estos lares hemos tomado la costumbre de conmemorar tan gringo festejo y nos es que los gaucho no nos enamoremos sino que lo hacemos de manera más digna –más caballerosa si se quiere-, sin guiarnos por un almanaque para llevarle flores a nuestra china. Y me he percatado también que no es un mal sólo nuestro ya que dicho santo se festeja ahora en cualquier parte del mundo ya este uno en Lima, en Barcelona, en Sydney o en Cañada de Gómez.
Así señor director, en este tiempo, taxistas, colectiveros, bailarines de cumbia, fabricantes de alfajores, vendedores ambulantes, hinchas de Banfield, tapiceros, canillitas, acomodadores y demás se dedican a comprar, flores, a mandar tarjetas y a comprar colonias, pero ninguno se acuerda de felicitarme”

Valentín Olavarría
Arquitecto
L.E: 5.825.777

Grande Ma!


La actualidad vuelve a Una muchacha y una guitarra (la fórmula de la felicidad). Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, visitó estos días Turquía, allí además de tratar temas referidos a la economía tuvo la cortesía de visitar los lugares más característicos de Estambul y sus alrededores. Así fue como llegó a la mezquita de Selimiye en la vecina Edirme dónde fue obligado a descalzarse dejando ver sus dedos gordos a través de sus agujereadas medias azules.
Y sabe usted, astuto lector, que no es una cuestión de platita para comprar medias nuevas, ni tampoco es la falta de tiempo para zurcir las susodichas, no, el tema es que quizás este pobre hombre rico no tuvo nadie cerca que le marque los pasos a seguir. Quizás nunca escuchó ese maternal: “ponete las medias limpias” o “¿te cambiaste el calzoncillo?”. Algo que molestaba bastante porque “¡voy a los fichines nomás!” argumentaba más de uno y ahí como puñalada certera la argumentación “¿y si te pasa algo?” convencía a cualquiera irremediablemente de cambiarnos la ropa interior.
Por eso, y no por otra cosa al abajo firmante (Ja! como me gusta nombrarme en tercera persona pero haciéndome el distraído), en parte le da lástima Wolfowitz, porque si sale así en los periódicos del mundo es porque no tiene a nadie que lo llame por teléfono para decirle “¡viste como saliste en el diario!”. Ahora, este humilde cronista (¡ja otra vez!), que muchas veces refunfuñó ante estos consejos, los agradece y no se olvida que antes de salir no debe olvidar el pañuelo ni que tiene que ponerse las medias sanas y los calzoncillos limpios.

Persevera y triunfarás


Sabido es para los habituales lectores de este humilde espacio que aquí se suelen mezclar historias reales con algunas que no lo son tanto. En este caso la realidad vuelve a ocupar protagonismo, aclarando sin embargo que los nombres han sido cambiados, para proteger la identidad de los protagonistas, en algún caso y por olvido del autor en otros (y los años no vienen solos). Hecha esta aclaración a modo de introducción o más bien de relleno, ésta es la historia.
Corría el año 1998, Sandro y el Negro disfrutaban de su incipiente independencia y su departamento era el punto ineludible de reunión antes de salir los sábados. Allí concurrían asiduamente Tincho, el Gordo, Melchorri, Gaby, el Cabeza y el Usuario anónimo que saluda a su vieja a tomar algunas bebidas sobre todo con el objetivo de ir calentando el garguero para más tarde. Desde el célebre 8º E partían rumbo hacia el bar de siempre por varios motivos: tenía un poco de onda, se llenaba un poco, solía aparecer alguna que otra novia perdida y la cerveza era más barata que en otros bares.
Ya en el lugar se encontraban casi siempre con las mismas personas, una de ellas –involuntaria protagonista de ésta historia-, llamada Sil (denominada así por culpa de los borrachos recovecos de la memoria que impiden recordar si era Silvia, Silvana o Silvina) y posible novia de alguno de ellos, con la que se producía esta habitual conversación y no menos surrealista conversación:
-Holaaa Sandro ¿como estás?
-Acá estoy como León Gieco: viejo, solo y borracho

….Siete días más tarde……..
-Holaaa Sandro ¿como estás?
-Acá estoy viejo, solo y borracho
-Ahhhh como Víctor Heredia
-No como León Gieco

...una semana después...
-Holaaa Sandro, ¿seguís como Víctor Heredia?
- Como Gieco, Sil, como Gieco…

Esta misma situación se siguió repitiendo por varios sábados e incluso llegó a producirse algún viernes y no se sabe a ciencia cierta cuando fue que terminó, aunque se sospecha que fue el día en que Sandro cambió el saludo. Algunos investigadores privados y también testigos de dudosa credibilidad (como el cartonero Báez) afirmaron que concluyó una lluviosa noche de agosto cuando, en un avanzado estado etílico, Roberto se dio por vencido:
-Holaaa Sandro ¿Cómo estas?
-Como siempre: viejo, solo y borracho
-ah igual que Víctor Heredia
- Si, Sil igualito, igualito…..

Llegó el verano

Ya pasó la nochebuena, ya pasó la navidad (“y el regalo de papá” prometido al final nunca llegó -ja-), ya pasaron Melchor, Gaspar y el negro Baltasar, y así sin darnos cuenta y sin aviso previo llegó el verano (o el invierno según dónde lea esto). Nos distraen con lucecitas, papanueles, arbolitos y cuando queremos acordar estamos a 40 grados a la sombra y con el pescado sin vender.
Llegó el verano y todavía no sabe que hacer en las vacaciones: mar o montaña, Punta o Mardel, tinto o blanco y todo esto por estar más preocupado por las fiestas que por decidir estas cuestiones fundamentales para sobrevivir en la temporada estival. Así enero nos encuentra sin destino fijo, sin decidir definitivamente si ver la de Corona o la de Sofovich, con la dieta en “mañana empiezo” e intrigado por saber si ese “vecino tuyo” entra o no en “Gran Hermano”. Llegó el verano, y usted lector, preocupado por las navidades no se enteró y eso que en crónica lo avisaron con tiempo. Llegó el verano y con él, calor, humedad, movileros en la playa, programas pedorros desde la costa, canciones pasajeras con coreografía incluida, todo esto y mucho más habrá que soportar en los próximos dos meses, esto y algunas cosas buenas que seguramente se habrán enumerado en algún otro espacio.
Llegó el verano y a este humilde cronista (o sea yo) no lo (me) agarra desprevenido porque tiene (tengo) puesto ya la bermuda floreada, la camisa hawaiana, la cámara de camión, la garrafita para calentar la pava y el barrenador de telgopor en el baúl del auto desde octubre o noviembre dispuesto a poner rumbo hacia Punta…Punta Lara obvio.