Lecturas para el baño

En un momento de ocio laboral (en otras palabras estaba el pedo) me puse a leer una de las tantas revistan que pululan por ahí, que dicho sea de paso hasta hace poco ignoraba que dichas publicaciones contenían letras. Hubo una de estas entrevistas que me llamó poderosamente la atención y que me empujó a rescatar los mejores momentos para nuestra habitual sección “que leer cuando en el baño del laburo no hay más que esto”.
Dicha cantante (?) de música latina definió su disco como “picoso, rebelde, cañero, fresco, real” y resaltó como mejor frase de su autoría (si, si compone!!!) es la que dice “de broma en broma, la verdad se asoma” que a mi humilde criterio no está muy lejos del famoso refrán que reza "hablando de Roma…". En esas líneas remarcó que no le gusta beber hasta quedar estúpida algo de lo que, entre nosotros, se acordó tarde. A la mexicana le gusta sentirse “en contacto con la naturaleza, con los indígenas de Chiapas, con el subcomandante, comiendo con las manos, descalza con una cerveza y ya” al tiempo que remarcó que hace música (jajajaja) “para que alguien llegue a sentir lo que yo siento, pienso en comunicar, en conectar”.
En esta entrevista la popular intérprete despejó maliciosas dudas destacando como parte preferida de su cuerpo a “mi cerebro” y comentó también que ya hizo un cover de una canción de Kiss (no me lo imagino, aunque juro que lo intento) y que ahora le gustaría versionar un “rock & roll en español de los parchís”. Por último y luego de leer también alguna que otra frase gloriosa del tipo “soy un ser humano, hago pis y tengo moco” a mi sólo me restan por decir cuatro palabras: Paulina… andá a laburar!!!

Tribulaciones y lamentos de un tonto...

Mientras degustaba plácidamente mi última Teem llegué a la conclusión de que en este último tiempo tengo la inspiración amputada. El posteo semanal se convirtió en quincenal gracias a eso y a la inestabilidad horaria laboral producto de la ensalada mental de mi jefe. Entonces para actualizar este humilde espacio decidí abrirlo nuevamente a ustedes lectores pero con alguna pequeña condición.
Sabido es por muchos mi aversión hacia la persona de JAF por un cúmulo de motivos pero principalmente porque me parece un boludo. Tampoco me banco a Walter Giardino porque en todas las canciones tiene esa actitud de “miren que bien que toco”, ni a Enrique Bunbury quien va por la vida en actitud de “soy una estrella de rock”. Maná me cae mal, empezando por su cantante cada vez más parecido a la bruja del 71 y Shakira con su voz ¿quebrada? me pone nervioso y mucho. Y para finalizar con las quejas musicales dejo a la cumbia (a la autóctona claro, no a la colombiana), siempre y cuando tengamos en cuenta que se le pueda llamar música.
Osvaldo Laport, Boy Olmi, Marcelo Tinelli encabezan mi lista nacional de detestables (obviando la orientalidad del primero) en tanto que Jackie Chan, Chuck Norris, Steven Seagal, Van Damme y Jim Carrey se pelean por el liderato en la sección internacional. En el ranking local pensé en incluir a Miguel del Sel aunque en realidad quien merece estar es el que le hizo creer que era el tipo más gracioso de la Argentina. También merecen estar en la lista ciertos políticos (o todos) pero la lista sería muy larga, al igual que la de periodistas aunque esta estaría encabezada por Hadad, Gelblum, Nuestadt y el diario Clarín.
Hay también otras cosas/personas que me molestan pero por el momento presento a las famosas, y me guardo las domesticas para otra oportunidad. Estas son mis quejas, en las que por cierto me olvide de incluir a Robbie Williams, ahora lectores abro mi espacio así me cuentan las suyas o simplemente para que refuten las mías.

Y... soy un melancólico


En estos tiempos melancólicos que corren en mi vida recurro a la primera persona del singular para compartir este recuerdo que quizás cierre el círculo. Ya no veo que haya en mi barrio, se hace más bien tipo venta directa, casi puerta a puerta.
A mi particularmente me recuerda a interminables tardes de limpieza, decoración y cocina materna, algún que otro viaje a Necochea, griterío femenino y difícil acceso a la participación salvo en caso de competencia que necesite una cantidad de jugadores pares y, siempre y cuando los asistentes sean exactamente lo contrario. Igualmente debo reconocer que, a pesar de mi escaso protagonismo, era divertido ver ese comportamiento casi infantil de todas esas “viejas” de treinta y pico.
Lo más entretenido para mi en aquella época, eran aquellas arriesgadas excursiones previas en las que, en compañía de mi primo, nos aprovisionábamos de pasta frola, buñuelos rellenos de manzana, y los codiciados anillitos de las galletitas surtidas de Bagley. Además de tomarnos la Tab, la Mountain Dew o la Gini (esa con la botella grande de ¡1 ¼ litros!), a las que luego le agregábamos agua o soda para que noten su falta, de más está aclarar que nadie notaba la diferencia de sabor y por eso los robos sólo se podían realizar en las susodichas marcas.
En resumen en esta era moderna, con las gentes tan ocupadas en temas serios y teniendo en cuenta que estos productos se consiguen fácilmente en el Carrefour, o en un todo por dos pesos y hasta en los bazares chinos, desgraciadamente ya no se pierde el tiempo en hacer reuniones de Tupper. Una lástima.