Primero del año

Ya han pasado dos semanas de que el calendario marcó el fin de las festividades navideñas. Hace ya 17 días que transitamos por el novel 2008, año que todavía no odiamos (será por el dichoso optimismo), y ya casi no se ven esos resúmenes y balances de 2007 que ocuparon metros de periódicos, horas televisivas y espacio en millones de bitácoras que pululan por el ciberespacio. Ahora todo se va normalizando, ya escribimos el año sin equivocarnos, empezamos a preocuparnos por cumplir con lo que nos propusimos para estos doce meses y en las gomerías nuevas minas en tetas decoran sus almanques.
Enero para mi es un mes de obsesiones, principalmente de dos que paso a enumerar. Desde que era un niño (y de eso hace bastante) tengo la costumbre de recordarme a mi mismo cada cosa que hago por primera vez en el año, una especie de ritual bautismal de cada una de mis acciones. Así pasan la primera canción que escucho, la primer película, el primer bocinazo, la primera zambullida, el primer pedo, la primera curda, el primer beso, el primer.."perdón pero de mi vida privada no hablo". Y después empiezan también las preocupaciones cuando van pasando los días y hay rubros que aún no tiene anotado su primer, pero eso ya sería tema para algún futuro texto sobre frustraciones.
La segunda y con esto termino porque pierdo el micro, es a quien salude y a quien no por este nuevo año que comienza. Lo correcto es que ante un encuentro callejero , por ejemplo, con una persona que todavía no viste desde 2007 y le agregues al saludo tradicional un cordial "feliz año che": Hasta acá todo normal, ¿pero si la ausencia de encuentros se extiende por varios meses?. ¿Queda bien acaso felicitarle el año a una persona una fría noche de agosto en tres de febrero e Yrigoyen? Si alguién lo sabe que me avise. Es el primer favor que pido en el año.