Saldos y retazos II

     Después del éxito arrollador de Saldos y retazos llega la segunda parte. Historias chiquitas, embriones de post que se quedaron ahí, pares sueltos, talles discontinuos, pantalones fallados que hoy están aquí todos amontonados, revueltos y lo que es más importante: de oferta.  Si no leyó la primera parte, no sea vago y pinche el enlace (pero no se haga ilusiones) y si la leyó no se olvide nunca que las segundas partes nunca son buenas.  Con ustedes: los protagonistas.

Adivino

     Abelardo Gómez era adivino.  Nunca se supo si su método era el Tarot, la bola de cristal, las rumas o simplemente un don especial para adivinar con un cien por ciento de efectividad.  Científicos y notarios, escépticos, analizaron su caso minuciosamente para constatar que no había ningún elemento que pudiera facilitarle información tan precisa. Abelardo no tenía Internet, ni radio, ni televisión.  Tampoco leía diarios ni revistas.  Seguramente se hubiera hecho millonario si no fuera por un pequeño detalle: Abelardo Gómez atrasaba. Sus predicciones (si así pueden llamarse) las hacía a grito pelado desde una ventana de su casa: “Boca le ganará a River”, anticipó un lunes o “dos aviones se estrellarán en las Torres Gemelas” predijo el  12 de septiembre. El 30 de junio  gritó con convicción desde su ventana “la eurocopa,  la gana España”. Los niños se burlaban de él, tiraban piedras a su casa y pintaban obscenidades  en sus paredes con aerosol. Cansado de las risas socarronas, un jueves vaticinó con voz firme: “mañana moriré”.  El sábado lo encontró  ahorcado la señora que una vez por mes le limpiaba la casa. Llevaba un día muerto.

El partido más largo del mundo

      En ese pequeño país del caribe el fútbol no era el deporte más popular.  Por este motivo la federación impulsó una iniciativa para difundirlo: realizar el partido más largo del mundo.  Deportivo Portuense y  Atlético Ciudad protagonizarían el clásico local que serviría, a su vez,  para batir un record Guinness.  El partido empezó correctamente y a pesar de su carácter amistoso ninguno quería perderlo.  Precisamente por esa ambición el match empezó a extenderse más de la cuenta.  A los tres días algunos jugadores comenzaron a desertar aunque eran reemplazados enseguida, al año con empate a 342 alguno de los equipos jugó momentáneamente con diez y hasta con nueve. Después del décimo aniversario los representantes de Guinness desaparecieron y a partir del vigésimo algunos de los jugadores fallecieron.  Después de muchas idas y venidas, abandonos y reemplazos el partido se dio por finalizado. Pasaron 73 años desde que empezó y no quedaba ningún jugador vivo de los orginales.  El futbolista más antiguo llevaba apenas tres horas en cancha.

 El inútil viaje en el tiempo

      En una tienda esotérica del Barrio Alto de Lisboa se vende un iPod que sirve para viajar en el tiempo si se lo utiliza en la Plaza de los Restauradores.  El viaje será al pasado, más precisamente al año de la edición de la música elegida para cruzar dicha plaza. Por ejemplo este iPod es capaz de trasladar a su portador a 1984 si  el tema elegido es “Les’t Dance” o a 1981 si la canción elegida es alguna de “Still Life” de Rolling Stones. Transitoriamente el iPod se puede convertir en un walkman desvencijado o en un discman aparatoso, incluso en un minidisc si se elige “Evacuation” de Pearl Jam.  El viaje durará solo el tiempo que su portador permanezca en Restauradores y absolutamente nadie lo notará, ni en el presente, ni en el futuro.  No quedará además ningún recuerdo en el portador del iPod lo que hace este  viaje completamente inútil.  De momento no se ha vendido ninguno.