Animalario de guitarristas

 

     Así como los amantes del tango sueñan con tocar el bandoneón o con ser uno de Los cantores de Varela, todo rocker  (o la mayoría de ellos) es en gran medida a un músico frustrado, guitarrista -para más datos- en la mayoría de los casos. Este instrumentista es, junto al cantante, el centro de atención de toda banda de rock, blues, o reggae que se precie; y eso sin imaginar que el cantante y la primera guitarra son la misma persona, porque eso ya es pedir demasiado.

      Los guitarristas no serían nada sin sus grandes escuderos rítmicos: los bajistas y los bateristas.  Para compararlo al más fiel estilo argentino, podríamos decir que, seguramente, la hinchada de Independiente hubiera entonado menos veces el famoso Bo-Bo-chini, si no hubiera estado Giusti pegando patadas ni Marangoni devolviendo la pelota redonda.  También existe, en los grupos más numerosos, el guitarrista ritmico quien brilla menos y hace el solo, sólo cuando lo presentan (un Burruchaga si se sigue la anterior tónica comparativa).  Nadie sueña con tocar la guitarra rítmica en una banda, aunque después lo haga más que dignamente.  Todos se imaginan ser Agnus Young, y nunca su hermano Malcolm; el ídolo es Satriani y no el que le aguanta el ritmo para que él se luzca y es más ninguneado que el  que está al lado del cantante de Los Piojos.

      Existen varios tipos de guitarristas entre los no profesionales, y a su vez estos se dividen en varios subgrupos.  Los hay que tiene formación folclórica y se pasaron toda la primaria rasgando los acordes de Lunita Tucumana en los actos del 9 de julio,  Zamba de mi esperanza y Valderrama en alguna actuación de fin de año, y desde aquí y casi sin darse cuenta pasaron a ser los principales interpretes de los temas de Gieco, Presente y  Rasguña las piedras en todo fogón, picnic, campamento, reunión, fiesta de la Secundaria. La mayoría de estos, ya en su edad adulta, tiene trabajos normales de lunes a viernes y los sábados hacen tributos a Sabina, Silvio Rodríguez o Aute en los bares de su barrio. Alguna vez  mechan temas de Baglietto (que a su vez son de otro).

    Otro de los tipos son los músicos de carrera, los guitarristas de conservatorio con gran cultura musical y capaces de tocar sin cansarse piezas de Mozart, Bach, Wagner o Strauss ante la indiferencia de todos sus familiares que poco a poco comienzan a retirarse hasta que como por arte de magia regresan formando  trencito cuando suenan  los acordes sol-re-la de la intro de la bamba o si arranca algún “cuando te llamo por tele-fo-no y tu no quieres con-tes-tar…”.  Algunos de estos respetables músicos se convierten grandes concertistas y otros, en cambio se conforman con hacer piezas clásicas en la calle o en alguna banda municipal, siempre combinado con trabajos “normales”.

    Para terminar no se puede dejar de mencionar al grupo más entrañable (en el que se encuentra quien firma estas líneas): el guitarrista frustrado.  Empezaron por hacer “air guitar” con Paradise city en los boliches de moda, luego después de trabajar de canillita en la plaza lograron comprarse la guitarra y hoy casi 20 años después apenas si rascan Knock’ in on heaven’s doors o algún punteo de Clapton.  Nunca perderán la esperanza de poder tocar dignamente diez o quince temas y por el momento se dedican con tocar la guitarra imaginaria esperando que el semáforo se ponga verde (en ocasiones incursionan en el air drums) o a componer canciones para hinchadas de fútbol, así que no se sorprenda si algún día al abajo firmante parado en un paraavalanchas cualquiera sin remera y colgado de un trapo entonando algo como “si yo fuera de Caseros/ correría en patrullero/ si yo fuera de Merlo correría de local/por eso yo soy de acá/ soy del barrio de Devoto/ porque es un barrio de locos/ y todo el año es carnaval”.