Entre un post de Neosatán y el programa de radio en el recuerdo que escuchamos en el trabajo me hicieron poner la melancolía a flor de piel, cosa poco difícil, reconozco. Todo empezó cuando en dicha emisión pasaronel tema ese de Bon Jovi que empieza haciendo “tarantaran taran taran” (eso es una guitarra pedorra) y mi compañero me dice ¿te acordas?.
Ustedes lectores que han pasado los treinta o andan cerca, no me dejarán mentir cuando diga que en los boliches bailables (también en los asaltos) pasaban lentos. Si, si y más de alguno de ustedes, picarones, habrán chapado de lo lindo al ritmo de Carry. La cosa era sencilla la sesión duraba una media hora y comenzaba unos sesenta minutos antes del cierre o sea que levantabas algo en esa media horita o te ibas a tu casa a rendirle culto a onán. El terreno era conveniente preparalo un rato antes, elegir la mujer e intentar una pequeña charla para que en el momento que empiece la música tranqui poder intimar y definir la jugada, caso contrario tenías que arriesgarte a pegarla ya con los lentos sonando. En este punto es cuando se sucedían los nunca bien ponderados bailás, dale un tema, dale un ratito, dale aunque sea una estrofa. Ya enzarzados en el baile, la técnica era simple: primero y primordial arrastar los pies para no pisar a la chica, después suaves palabra al oído, un besito en el cuello* como sin querer, una respiración entrecortada y ahí zas! el zarpazo definitivo que terminaba idefectiblemente en un beso apasionado o en un bife de campeonato.
Ya saben, los tiempos cambian, se aceleran. Los asaltos ya son historia a los lentos poco a poco los fueron erradicando, los remplazaron por los ritmos latinos primero y poco después por la cumbia, las rubias ahora son morochas, las morochas rubias y las pelirrojas, pelirrojas. Las técnicas de levante han cambiado y el hombre se adaptado a los tiempos, aunque a más de uno (como a mi) se le piante un lagrimón cuando en alguna radio suena Axl susurrando Don’t cry.
*estaba a punto de poner cogote pero me arrepentí